Bellos y excitantes recuerdos tengo de nuestras noches de locura, mientras la luna iluminaba las sabanas que cubrían nuestra entrega de almas.
En los días de historia, tu afición a mi presencia provocaba emociones que cada minuto nocturno con mi túnica cubría de besos.
En los días de historia, tu afición a mi presencia provocaba emociones que cada minuto nocturno con mi túnica cubría de besos.
Pero tu vino ya no quiso llenar la copa de mi mesa, y tus leños ya no quisieron avivar la fogata de mi vientre.
Los veranos siguientes a tu capitulo en mi libro, fueron valientes.
Rememoro y guardo en las estrellas cada letra que escribimos juntos y en predicciones sabia que solo serias una gota de agua en mis manos que con el calor del desierto se terminaría consumiendo.
No diré que no, cuando preguntes que si dolió el látigo de tu adiós. Pero tampoco mis labios negaran que fuiste una hermosa realidad.
Y mientras tengo tu exterior en frente, al alcance de mi mano, cruzando miradas y palabras que nada tienen que ver con el pasado, veo que ya no me haces falta como mi mente lo recordaba. Porque cuando me dices adiós mi ser lo guarda, como solo una palabra y ya no como una emoción.
aP.