Aprendo entre tus alientos, realmente la naturaleza del temor a perder un amor.
Y no por que otra silueta cautive tu mirada, pues se que tus palabras en nuestras horas de charlas largas guardan amor.
Nunca tuve temor de la distancia entre dos miradas que con cruzarse de una vez en cada tanto, o sólo cuando llega el verano, se hacen el amor.
Pero es una escena creada por el recuerdo de una mente que desde que apareciste en sus sueños, te pertenece.
Y es que anhelo la imposible firmeza, en tus actos no contados, de lo que esos hermosos labios juran, cuando nada existe más que su exquisito sabor.
Es demasiada la necedad de este corazón por los latidos que tú pecho guarda, que ya no se le reconoce cuando habla de la belleza del sol.
Sabio es, cuando piensa que debe mantenerse constante con esos vientos inciertos, en los que andas vagando en los mares del Éste, debe aprender a ser prudente, y hablar firme cuando una tormenta asote su fuerte.
Eso no es fácil y ahora lo comprende, para poder conciliar el sueño en las noches en que este se hace el que no entiende, y aún que ese miedo nos haga perder el sueño, el amor que se siente te juro que será permanente.
Rogando al cielo, no le pido que no te alejes, sino que te haga sentir que no necesitas fingir para ser aquél hombre que no eres. Que no necesitas guardar vivencias para no enfureceme. Que con un poco de verdadero amor en cada letra de la misma palabra, sé puede ser mucho más fuerte.
Cofia en esta alma, que nada le falta si con un sólo beso le regalas alas más grandes para sostenerte.