La brisa acaricia mi rostro mientras entra por mi nariz el aroma a tierra húmeda y a hierba recién cortada.
Permanezco con los ojos serrados recostada sobre una frazada.
No muy lejos de donde me encuentro puedo oír el murmullo de un ángel.
Tal vez esté diciendo una plegaria, tal vez este cantando una canción.
Puedo sentir y oír el abrir y serrar de sus alas.
Aun no decido si quiero abrir mis ojos.
Aun no decido si quiero ver la luz del sol.
Mi cuerpo reacciona cada vez que el ángel habla, y mi piel se estremece al sentir la brisa causada por el movimiento de sus alas.
Intento imaginarme la insultante belleza de su rostro, pero mi mente está perdida en el dulce y hermoso sonido de su voz.
Un calor interno empieza a dominar mi ser, y puedo sentir que el ángel se acerca al lugar en el que me encuentro.
“solo quiero velar tu sueño, saber que estas bien, y aun que amarte y tocarte no puedo, siempre a tu lado estaré”
Prometió el ángel…
Abro los ojos, motivada por el deseo de ver su rostro, y solo puedo ver las nubes en el cielo y el atardecer.
Y cada noche, el ángel llega a mi lecho y me promete amor eterno, cada vez que empiezo a conciliar el sueño.
Cada mañana aparece una pluma junto a mi almohada y algo en mi interior me dice que es una confirmación de las promesas de amor que el ángel le dice a mi corazón.
Debo pedirle a Dios que deje al ángel estar conmigo. Que me deje conocer el rostro que con tan bellas palabras ha hipnotizado a mi alma. Que me permita saber porque un ángel me ha elegido para ser la dueña de su amor…
“No sé si eres un sueño o la confirmación de que la cordura estoy perdiendo.”
Le dije una noche al ángel…
“Si eres un sueño, no me dejes despertar nunca, pues con la ausencia de tu voz en el mismo sueño, perdería la cordura.”
“Y si estoy perdiendo la razón, que no me encuentren cura, dejen que mi locura me lleve al fondo, para que cuando sucumba, despierte entre tus brazos y por fin saber quien es el jardinero, que en mi corazón, la semilla de amor sembró.”
aP.